RESISTENCIA DESESPERADA

 La ocupación de Madrid por el ejército francés aconsejó a las Cortes un nuevo traslado, esta vez a Cádiz. La situación de los constitucionalistas, de por sí poco propicia, se complicó todavía más cuando Fernando VII se negó a abandonar Sevilla y los diputados decidieron suspenderlo como rey, con el pretexto de que padecía un "delirio momentáneo". Conducido a la fuerza a Cádiz, el monarca fue repuesto en sus funciones nada más llegar a la ciudad. Las Cortes reanudaron allí las sesiones, esforzándose en mantener una apariencia de normalidad a pesar de las circunstancias y la ausencia de muchos de sus diputados.

La resistencia liberal se derrumbaba a pasos agigantados. Únicamente plantaban cara a los invasores las partidas liberales –una de ellas liderada por el legendario Empecinado– y, sobre todo, el general Espoz y Mina con el ejército de Cataluña. Mina, otro héroe de la guerra de la Independencia, luchó contra los franceses con tenacidad y de forma inteligente, combinando la defensa de plazas fuertes con la actuación ofensiva de columnas móviles a través de un territorio de difícil orografía. Todos los testimonios coinciden en afirmar que en Cataluña fue "donde se refugió el honor militar de la nación" y, de hecho, así fue en gran medida, ya que ciudades como Lérida, Barcelona o Tarragona no claudicarían hasta un mes después de la caída del gobierno constitucional.

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