FERNANDO VII

 

En 1823, las potencias europeas que formaban la Santa Alianza decidieron acabar con el régimen liberal español y reponer en su plena soberanía al rey Fernando VII. Para lograrlo ordenaron una invasión que fue prácticamente un paseo militar.


Fernando VII de España, noveno hijo de Carlos IV y María Luisa de Parma, se convirtió en el heredero al trono tras la muerte prematura de sus hermanos mayores. Juró como Príncipe de Asturias en 1789 y recibió una educación estricta, aunque su formación fue mediocre. A pesar de ello, Fernando no era ignorante y mostró interés por las ciencias experimentales y la cultura, acumulando una notable biblioteca y aprendiendo francés.


Su imagen pública fue ambigua: algunos lo veían como un hombre vulgar y aficionado a las diversiones populares, mientras que otros lo consideraban hipócrita, desconfiado y débil de carácter. La influencia de su esposa, María Antonia de Nápoles, lo llevó a involucrarse en intrigas políticas contra Manuel Godoy, el favorito de la reina. Estas conspiraciones culminaron en la fallida "Causa de El Escorial" en 1807, donde Fernando fue arrestado y perdonado por su padre.

Durante el Motín de Aranjuez en 1808, Fernando aprovechó la oportunidad para forzar la abdicación de su padre y asumir el trono. Su reinado inicial fue breve, ya que Napoleón lo obligó a abdicar en 1808 y lo mantuvo prisionero en Valençay hasta 1814. A su regreso a España, Fernando VII fue recibido con entusiasmo, pero rápidamente derogó la Constitución de 1812 y restauró la monarquía absoluta.


Durante el Trienio Liberal (1820-1823), Fernando se vio obligado a aceptar la Constitución nuevamente, pero trabajó en secreto para restaurar el absolutismo. Con la intervención de los "Cien Mil Hijos de San Luis" en 1823, logró su objetivo. Su gobierno se caracterizó por la represión de los liberales y la eliminación de cualquier rastro de sistema representativo, estableciendo un régimen sui generis.

Fernando VII enfrentó la oposición tanto de liberales como de ultrarrealistas y la pérdida de las colonias americanas. En sus últimos años, intentó reformas moderadas para modernizar la administración, pero sin renunciar a sus plenos poderes. Su reinado dejó una España debilitada y profundamente dividida.

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